Las granjas de bacterias conforman un concepto muy antiguo, que fue pensado en un principio para obtención de alimentos como proteínas, grasas, carbohidratos, vitaminas y minerales, a partir de cultivos microbianos en reactores.
Sin embargo, recientemente son aplicados también en la producción de proteínas recombinantes y en reactores para biorremediación de aguas y gases.
Entre las soluciones antes descritas, destacan las biogranjas bacterianas, en las que se desarrollan estos microorganismos, principalmente en forma de biopelículas adheridas a un material de soporte. Entre ellos se encuentran los materiales orgánicos (chips de madera, turba y compost, entre otros), los materiales inorgánicos (cerámica, metales, vidrio y roca volcánica) y los materiales plásticos (polietileno, polipropileno, poliuretano, entre otros).
Las biopelículas son “la casas” de las bacterias, en las que estos microorganismos viven en comunidades de una o más especies. Se encuentran embebidas en una matriz de exopolisacáridos (una especie de sustancia viscosa).
Las biopelículas dan ventajas de sobrevivencia, comunicación y de expresión de genes a las bacterias. Estas características pueden ser usadas con significativos beneficios para la biotecnología aplicada a la agricultura y biorremediación.
Las bacterias adheridas a un material de soporte (como biopelículas) tienen amplia aplicación en biofiltros para tratar gases y aguas, ya que se retiene la biomasa en el biorreactor. Por otro lado, la obtención de sustancias químicas de alto valor agregado (como proteínas, carbohidratos y bioplásticos) a partir de biogranjas bacterianas es un tópico que se está desarrollando rápidamente en la actualidad. De la misma manera que la producción de probióticos y microorganismos como suplemento alimenticio (como las microalgas, por ejemplo).